Todos los que tenemos animales de compañía conocemos de sobra los beneficios que aporta la convivencia con mascotas. Estos seres peludos nos brindan cariño y compañía, mejoran nuestra autoestima, aumentan nuestra empatía e incrementan nuestra responsabilidad frente al entorno.
Los niños y jóvenes aprenden mucho al lado de su perro y los adultos disfrutamos con madurez de su compañía. Pero, ¿qué ocurre con las personas mayores? ¿Obtienen los mismos beneficios que generaciones previas? ¡La respuesta es sí!
Tener que sacar a pasear a un perro facilita la realización de actividad física en el exterior y las relaciones con otras personas: El simple hecho de salir a la calle posibilita mantener contacto con otras personas o conocer a personas nuevas que también salen a pasear a sus perros.
El simple contacto con un animal de compañía parece ser que relaja los estados de ansiedad. Acariciar un aninal provoca un estado de paz y tranquilidad, creando un ritmo cardíaco normal y regulando la presión arterial.
Muchos estudios han determinado que un animal de compañía es fundamental para que los ancianos no caigan en una depresión o en la apatía. Los perros se adaptan perfectamente a la vida con personas mayores, incluso se ha notado que canes enérgicos o muy activos que conviven con personas mayores se vuelven más tranquilos y pasan mucho tiempo junto a ellos.
Todos estos beneficios se multiplican en aquellos centros y residencias geriátricas donde el aislamiento y el sentimiento de abandono por parte de las personas mayores aumenta considerablemente. Se ha constatado, en terapias asistidas con animales en residencias de la tercera edad, que gracias a los perros se relacionan mejor entre ellos, hablan con gente de fuera y recuperan sentimientos que creían perdidos. Por ejemplo, en las sesiones de terapia desarrolladas con perros no sólo se relacionan mientras está el animal: cuando éste se marcha siguen dialogando sobre el perro o sobre las vivencias que han tenido con él.
Sin embargo, no debemos olvidar que las personas mayores son un colectivo delicado físicamente hablando. Sus fuerzas, su energía, sus reflejos y, sobre todo, sus defensas, pueden estar comprometidos, por lo que debemos tener muy presente la necesidad de educar correctamente a la mascota que va a convivir con ellos y, más que nada, controlar su estado sanitario.
En Las Palmas de Gran Canaria existe un programa de voluntariado que se llama "Compartiendo vida" como alternativas a la soledad de la personas mayores.
En el enlace, a continuación, encontrarán toda la información sobre este programa
https://www.terapican.org/programa-compartiendo-vida/
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